La llegada de BlackRock al mercado de Bitcoin con el iShares Bitcoin Trust (IBIT) ha inaugurado una nueva etapa en la acumulación institucional de Bitcoin.
Desde su estreno el 11 de enero de 2024, IBIT ha crecido a un ritmo inesperado, superando a cualquier otro ETF. A fecha de 10 de junio de 2025, BlackRock acumula más de 662 500 BTC, lo que supone más del 3 % del suministro total de Bitcoin. Al valor actual, esto equivale a una exposición de 72,4 mil millones de dólares en Bitcoin, una cifra sencillamente extraordinaria.
Para ponerlo en contexto, SPDR Gold Shares (GLD) tardó más de 1 600 sesiones de mercado en alcanzar los 70 mil millones de dólares bajo gestión. IBIT lo ha conseguido en solo 341 días, estableciendo un récord como el ETF de mayor crecimiento histórico. Más allá del hito para BlackRock, este hecho demuestra hasta qué punto el interés institucional por Bitcoin ha madurado.
Las reservas de Bitcoin de BlackRock ya superan a las de muchos exchanges centralizados e incluso a las de algunos grandes grupos corporativos como MicroStrategy. Si hablamos de tenencia neta de Bitcoin, únicamente la estimación de Satoshi Nakamoto, con 1,1 millones de BTC, supera a IBIT—y esa distancia se estrecha.
Si las entradas se mantienen al ritmo actual, IBIT podría convertirse en el mayor titular de Bitcoin del mundo, lo que supondría un cambio fundamental en la distribución de suministro y concentración de la propiedad de Bitcoin.
¿Sabías que? Las claves privadas de los BTC de IBIT no las custodia BlackRock, sino Coinbase Custody, que conserva los activos de los clientes fuera de línea y está respaldado por seguros comerciales.
La decisión de BlackRock de asignar tanto a Bitcoin responde a un cambio estratégico: lo contempla ahora como una pieza clave en carteras diversificadas y pensadas a largo plazo.
La tesis interna de BlackRock acepta la volatilidad de Bitcoin como el coste de su potencial al alza. Mediante IBIT, confían en que la adopción masiva estabilizará el activo, facilitará la formación de precios, incrementará la liquidez y reducirá los diferenciales.
En este enfoque, Bitcoin es una apuesta de largo recorrido por la evolución monetaria y la infraestructura digital.
Esta filosofía—procedente del mayor gestor de activos mundial—envía un claro mensaje al sector: lleva el debate sobre la adopción institucional de Bitcoin del “si” al “cuánto” debe tener cada cartera.
BlackRock destaca varios motivos por los que Bitcoin resulta atractivo en 2025:
En conjunto, estos aspectos generan perfiles de riesgo-rentabilidad diferenciados e imposibles de reproducir con los activos tradicionales. BlackRock plantea que Bitcoin ofrece “fuentes adicionales de diversificación”, lo que refuerza su papel en carteras convencionales.
BlackRock aconseja una exposición prudente, del 1 % al 2 % en el clásico reparto 60/40 entre acciones y bonos. Aunque parezca poco, en carteras institucionales basta para generar impacto y para consolidar la presencia de Bitcoin ante los asignadores más conservadores.
También equiparan el riesgo de Bitcoin al de acciones tecnológicas con alta volatilidad, como las “Magnificent Seven”, para demostrar su encaje en modelos de cartera estándar.
¿Sabías que? Las operaciones de Bitcoin en IBIT han generado cantidades residuales (“dust”) en forma de pequeñas cantidades de otros tokens. BlackRock los aparta en una cartera específica o los dona a organizaciones benéficas, evitando complicaciones fiscales.
La decisión de BlackRock de acumular más del 3 % del suministro total de Bitcoin a través de iShares Bitcoin Trust (IBIT) marca un punto de inflexión en la percepción, negociación y regulación de Bitcoin.
Históricamente, la volatilidad de Bitcoin respondía a la oferta limitada, el sentimiento cambiante y la incertidumbre regulatoria. La baja liquidez en los mercados cripto hacía que las grandes transacciones fueran muy significativas. Ahora, con IBIT absorbiendo cientos de miles de BTC, queda por ver si el capital institucional estabilizará el mercado o complicará aún más la situación.
Desde la óptica de los defensores de los ETF, la inversión institucional contribuye a reducir la volatilidad: la participación de actores regulados como BlackRock aporta liquidez, transparencia y resistencia contra oscilaciones abruptas.
La propia BlackRock sostiene que la participación masiva mejora la formación de precios, la liquidez y puede crear un entorno más estable a lo largo del tiempo.
Por otro lado, algunos críticos y académicos advierten que la entrada masiva de instituciones trae riesgos tradicionales al ecosistema Bitcoin, como el trading apalancado, caídas súbitas disparadas por algoritmos y manipulación de precios a través de los flujos de ETF.
Bajo esta óptica, la financiarización de Bitcoin puede intercambiar la volatilidad minorista (FOMO) por un riesgo sistémico. También, a medida que los ETF ganan influencia, Bitcoin puede correlacionarse más con otros activos financieros, lo que limita su valor como cobertura no correlacionada.
La estrategia cripto de BlackRock ha transformado Bitcoin de un activo periférico en una herramienta de inversión generalista.
Durante años, Bitcoin fue rechazado por las grandes instituciones. La fuerte exposición de BlackRock a BTC indica que la tendencia ha cambiado. El lanzamiento de IBIT y su rápido ascenso entre los principales titulares globales han legitimado Bitcoin como ningún documento técnico ni evento pudo hacerlo.
Los ETF como IBIT ofrecen una vía regulada y conocida para acceder al Bitcoin, especialmente para instituciones que ven con recelo la complejidad técnica o los riesgos de custodia de las criptomonedas. La implicación de BlackRock reduce el riesgo reputacional para aquellos aún indecisos y normaliza la tenencia institucional de Bitcoin, acelerando su entrada en carteras tradicionales.
Los inversores minoristas también salen ganando. Ahora pueden exponerse a Bitcoin con solo un clic a través de brókeres convencionales, sin tener que gestionar billeteras (“wallets”), frases semilla o “comisiones de gas”.
¿Sabías que? El fondo soberano Mubadala de Abu Dabi ostenta una participación relevante en IBIT, con registros que muestran una inversión de alrededor de 409 millones de dólares.
Bitcoin se diseñó como alternativa descentralizada a las finanzas centralizadas. Pero que el mayor gestor de activos mundial obtenga más de 600 000 BTC por medio de un vehículo centralizado plantea una paradoja: el activo descentralizado pasa a estar cada vez más bajo control corporativo.
Hoy la mayoría opera con plataformas de intercambio (“exchanges”) centralizados, custodios o ETF, que simplifican el uso, ofrecen seguridad y cumplen la regulación (KYC, AML), cualidades que muchos consideran esenciales. En cambio, las soluciones descentralizadas como DEX y wallets de autocustodia presentan más dificultad, menos liquidez y protección limitada.
Así, Bitcoin sigue siendo técnicamente descentralizado, pero la mayoría lo usa a través de intermediarios centralizados. La acumulación de BlackRock es el caso paradigmático. Mientras unos piensan que esto contradice la visión original de Satoshi, otros lo consideran inevitable: una “centralización del acceso” que permite escalar Bitcoin a nivel global.
En el centro del debate sobre la centralización en Bitcoin está el equilibrio entre la visión ideológica y la adopción efectiva.
Por ahora, el mercado parece optar por un modelo híbrido: capas base descentralizadas y puntos de acceso centralizados.
El lanzamiento de IBIT por parte de BlackRock fue posible gracias a un hito regulatorio: la aprobación de los ETF de Bitcoin al contado por la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. a principios de 2024. Esa decisión rompió el bloqueo regulatorio y dio paso al capital institucional; sin embargo, el marco regulatorio sigue siendo dispar y en ocasiones ambiguo.
Uno de los mayores retos para las criptomonedas es la clasificación de los activos. La SEC mantiene la incertidumbre sobre si tokens como Ether
o Solana
son valores negociables. Esta indefinición regulatoria ha retrasado la aparición de productos como ETF de staking o ETP de altcoins, generando confusión entre inversores, desarrolladores y emisores.
Como señala la comisaria Caroline Crenshaw, el actual enfoque de la SEC genera “aguas turbias” y una supervisión reactiva que limita la innovación. Esto afecta directamente a la confianza de las instituciones para invertir más allá de Bitcoin.
Por ahora, Bitcoin disfruta de una regulación más clara. Para que el sector cripto avance realmente, abarcando ETF de Ether o productos vinculados a DeFi, será imprescindible un marco regulatorio coherente y globalmente armonizado.
Las instituciones están listas, pero exigen reglas fiables.